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28 mayo, 2006

Parcelas íntimas de una realidad

 


La fotografía, según ya dijo Roland Barthes en La Chambre Claire: Note sur la Photographie a principios de los años ochenta, por su carácter relacional instantáneo no es ni arte ni comunicación, sino un referente. Se deduce entonces que lo efímero, diluido en su propia sucesión, asumirá a través de la fotografía la simple apariencia del documento. Entre el aire y los sueños (Glenda León). Cortesía: Galerie Refugium.Sin embargo, igual que en su modalidad referencial, la fotografía puede ser entendida conceptualmente como un soporte discursivo que ha venido operando cada vez con más autonomía y personalidad, dentro de su ya ontológica falta de originalidad. Esto hace posible la distinción entre la praxis del fotógrafo de familia, el aficionado del barrio o el reportero de un diario. Inmerso en la elaboración de sintaxis complejas, al artista se le plantea entonces la disyuntiva entre la mera representación y la alegoría o, en el más feliz de los casos, una síntesis entre ambas. No olvidar que la fotografía es emulsión, una mezcla química sensible no sólo a la luz sino también a las ideas. Al menos, en esas búsquedas discursivas ha venido situándose cierta zona de la fotografía cubana en las dos pasadas décadas.Other Realities, Neue Kubanische Fotografie es el título de una muestra colectiva de fotógrafos cubanos presentada recientemente en la galería Refugium de Berlín. Curada con gran acierto por Magda González Mora, la muestra recoge —según se lee en el catálogo— "el trabajo fotográfico de algunos artistas cubanos que articulan los motivos más allá de sus aspiraciones temáticas, demostrando las transformaciones o variaciones de sus ideas, las cuales son con frecuencia paradójicas, fortuitas y resisten clasificaciones". No obstante, si pensamos en el desbordamiento hacia afuera del arte cubano de los ochenta, llama la atención en esta muestra una nueva cualidad o refinamiento en la intensidad de las motivaciones político-sociales, a saber, el desplazamiento hacia una "ebene" o plano simbólico de contructos y decontructos interiores. Los títulos de las piezas, al menos en su mayoría, así lo manifiestan: Secretos, Palabras, Jardín Interior, La prolongación del deseo, Entre el aire y los sueños, Lo profundo. Son enunciados de una fuerte carga intimista que llevan las firmas de artistas con una trayectoria establecida como Esterio Segura, o de nueva promoción como Glenda León, Alfredo Ramos, Liudmila Velasco & Nelson Ramírez y Alain Pino. Menos dislocada en el melodrama gestual del pasado, o en el coqueteo remolón del futuro, las obras expuestas en la galería Refugium reflejan parcelas íntimas de una realidad que se teje y desteje ahora-mismo-en-la-Isla: el camuflaje imaginista de delitos privados, premeditaciones ociosas, sueños sin perspectivas, alucinaciones ópticas, descentramientos personales. Una realidad cuya intrincada trama, como se sabe, no sólo ha sobrevivido a sí misma, sino que también ha escapado a los pronósticos de futurólogos y agoreros, a las tesis académicas y al sensacionalismo mediático. Gelatinosa realidad que parece estar siempre desafiando el impulso subversivo con que nace toda ironía. Ironía que marca el meticuloso prisma de estos artistas, estimulando curiosidad y promoviendo nuevas reflexiones.

20 enero, 2006

Corrientes y contracorrientes en la fotografía cubana contemporánea (Parte I)



© Fotos cortesía de Galerie Refugium, Berlín 2005



En el sinuoso y viejo camino que va entre la realidad y su representación, la fotografía cubana contemporánea parece menos posicionada en una reflexión discursiva que en una introspección personal. Sus imágenes nos remiten a un sujeto agotado que mira a su vecindad circundante como quien se mira en su propio espejo sin fuerza necesaria para sostener su propia mirada. Pero en esta relación especular la otra mirada, la del objeto observado, parece más potente y retadora que la del sujeto que la observa. Como si la idea que acompaña la mirada del sujeto observador quedara impotente ante la intransferible inmanencia del objeto observado. Y en esta confrontación la mirada del observador rebota, se retira y se vuelve hacia sí misma.


Al menos, esta es una de las primeras impresiones que me provoca el examen de Crosscurrents / Gegenströmungen, segunda parte de un show colectivo de fotografía cubana actual que expondrá hasta finales de diciembre la Galerie Refugium de Berlin. En cuanto a la primera parte de este show titulado Other Realities, es posible consultar mi artículo Parcelas íntimas de una realidad publicado en la sección El Criticón el 14.04.2004. Crosscurrents / Gegenströmungen forma parte del Mois de la Photo, evento bienal parisino, que este año abarca el triángulo París – Viena – Berlín y fue curada con ……… por los artistas Liudmila Velasco y Nelson Ramírez de Arellano.

Si en Other Realities predominaba más el color, la manipulación digital y las pretensiones conceptuales y artísticas, en Crosscurrents / Gegenströmungen predominan, a primera vista, la intención documental, el blanco y negro, la mirada “casual” del fotoperiodismo. Pero ambos shows parecen marcados por idéntica línea divisoria: la mirada introspectiva. Afirman los curadores de esta segunda edición que la intención es “mostrar la realidad y la imagen que la gente tiene de la realidad como dos líneas paralelas que se cruzan, se encuentran, se mezclan, pero siempre mantienen las diferencias”.

Así, por ejemplo, Cristóbal Herrera, Pedro Abascal, Raúl Cañibano y Katia García, se inscriben en la corriente de fotógrafos cubanos que documentan la realidad cubana desde una estética tradicionalista, siguiendo la línea del periodismo descriptivo que en los años de posguerra impusieron renombrados fotógrafos norteamericanos como Robert Capa, Walter Evans o Robert Frank.

En la serie Las mujeres sostienen la mitad del mundo Katia García (*1961, La Habana) nos deja ver a la mujer cubana en un universo dominado por ensoñaciones íntimas, aspiraciones pasivas, mínimas, personales: el traje blanco de novia para la boda, las ofrendas a los santos, el mundo del hogar, etc. Pedro Abascal (*1960, La Habana) busca entablar un diálogo reflexivo directo entre los sujetos de su fotografía y el espectador. Se desplaza por la ciudad tomando fotos a primera vista irrelevantes --dos hombres mayores afianzando su amistad en un bar, o un señor bajando una empinada escalera con su pesada bicicleta china--, pero que atrapan la mirada por la naturalidad de su composición y el juego de perspectivas y planos superpuestos. Raúl Cañibano (*1961, La Habana) capta momentos de extrañamiento de esa realidad cubana cada vez más surreal, a través de situaciones marcadas por una fuerte impronta de rareza y anormalidad. Hospital Psiquiátrico de La Habana, por ejemplo, es una foto emblemática, rara, con un viejo chino mirando fuera de cuadro, hacia un vacío sin perspectiva, la nada, pero al mismo tiempo insertado en una estructura visual y un juego de planos y sombras impecables.

Cristóbal Herrera (1971,La Habana) es un fotógrafo joven que estudiada bien su composición. Busca sucesos, cosas que tienen un significado más allá del momento que está pasando. Quiebra su trivial estilo fotoperiodista y nos acerca a una realidad que se escenifica ante nuestra vista con la perfección de un momento que aspira a su trascendencia.


19 enero, 2006

Corrientes y contracorrientes en la fotografía cubana contemporánea (Parte II)



Alfredo Ramos Fernández (*1964, La Habana) viene a establecer una transición intermedia entre Cristóbal Herrera, Pedro Abascal, Raúl Cañibano y Katia García --fotógrafos adscriptos al documentalismo gráfico de la imagen directa, ocasional-- y René Peña, Jorge Luis Àlvarez Pupo, Ludmila Velasco y Nelson Ramírez que integran una tendencia fotográfica que también documenta la realidad, pero desde otras perspectivas que bien podrían ser vistas como más enigmáticas o, acaso, conceptuales. El trabajo de Alfredo Ramos nos recuerda la deconstrucción aislacionista del acontecer encadenado que, en los años posteriores a la 2da. Guerra Mundial, practicó en Alemania Otto Steiner, progenitor de la Fotografía Subjetiva y sus consecuentes derivaciones abstractas. Aquí el acontecer de la realidad, como el paseo de dos jineteras por el malecón habanero, es registrado por una foto tomada a muy baja velocidad, creando un efecto abstracto que al mismo tiempo es una idealización introspectiva de la realidad.


En esa misma cuerda intimista, pero con una propuesta rigurosamente estilizada que nos recuerda mucho la obra de Robert Maplethorpe, se presenta en esta muestra la serie White Things de René Peña (*1957, La Habana). Centrada en el tema de la identidad del hombre negro y su relación con los objetos de la cultura blanca dominante, en la serie White Things Peña desdeña el “casualismo” fotográfico e invierte el procedimiento clásico de representación de la realidad. En esta serie la realidad es construida a priori y después fotografiada. Este mecanismo de inversión le da a Peña la posibilidad de representar al hombre negro como un icono de ébano, sólido, potente, en diálogo, muchas veces ambiguo, con el blanco marfil de los objetos blancos. Doble inversión que trasciende el mero hecho estético y opera como mecanismo trasgresor de la razón establecida y normalizada por una élite blanca afianzada en el poder. White Things es un intento por invertir esa perspectiva blanca que quiere excluir o reducir lo negro. Aquí René Peña no excluye lo blanco sino que, más bien, lo transforma en objeto de lo negro. Es, por así decirlo, su legítimo y fotográfico desquite negro contra el subyugante mundo blanco.
Jorge Luis Álvarez Pupo (*La Habana, 1970) es también un fotógrafo proveniente de la cultura negra con una larga experiencia en la documentación de los ritos del vudú cubano, al estilo de un Mario Cravo Neto en Brasil. Precisamente el contacto con el mundo animista afrocubano le ha permitido penetrar los secretos de esa región metafísica de la cultura religiosa en Cuba. Sin embargo, Pupo ha tratado de evitar el facilismo folklorista en el que, muy a menudo, suelen sucumbir exploradores aficionados incapaces de penetrar los misterios de estos cotos vedados para neófitos. Partiendo de esa experiencia de inmersión profunda en un mundo poblado de magia animista y rituales secretos, Álvarez Pupo ha producido una fotografía desde la cual trata de expresar las especulaciones y experiencias del ser humano con ideas trascendentes asociadas a un universo poderoso y oculto que es, como sabemos, la imagen y semejanza de nuestro propio mundo interior. Al igual que Peña produce la realidad que va a fotografiar, Pupo construye también la suya actuando muchas veces como sujeto de la misma. No obstante, su piel negra no es un motivo para reflexionar sobre la identidad del hombre negro, sino más bien una superficie que oculta el desgarramiento interior y los miedos metafísicos del hombre.
Absolut Revolution es la tercera versión de una serie que Liudmila Velasco (*1969, Moscú) y Nelson Ramírez (*1969, Berlín) han venido re-elaborando desde hace algunos años. Toman como base el icono de la Plaza de la Revolución. Punto estratégico en la vida socio-política de Cuba y vinculado con esas figuras claves de la identidad nacional que son José Martí y la revolución cubana. Al mismo tiempo es un reciclaje del proyecto Absolut que la firma sueca productora de este popular vodka ha venido realizando con artistas internacionalmente famosos como Warhol, Tom Ford, K. Haring o Damien Hirst. La curiosa similitud formal –¿y de contenido?, cabría preguntarse también --, entre esta botella de vodka y la “raspadura” de la Plaza de la Revolución atrajo la atención de esta pareja de fotógrafos. Su idea es usurpar esa “cultura del reconocimiento” que ha generado un producto de consumo etílico internacional como el Absolut Vodka. Pero lejos de adaptar y legitimar esta imagen, como hicieron los artistas anteriormente mencionados, Liudmila y Nelson más bien se apropiaron de la fuerza simbólica con que opera esta cultura universal del consumo para reflexionar sobre la propia realidad local cubana en la serie Absolut Revolution. De manera que al insertar ese icono tan cubano en las marinas románticas de Ivan K. Aivazovsky (1817-1900), no sólo cambiaron el concepto idílico original del artista ruso, sino que recontextualizaron su función primera proponiendo, al mismo tiempo, otras formas de leer la utopía.


25 octubre, 2005

Martín & Sicilia: High Season y la postutopía del turismo invertido



© Fotos cortesía de Martín&Sicilia


I. Entre otras trazas posibles de inquirir, debemos la producción y reproducción de imaginarios a un fructífero desencuentro entre dos amplias condiciones ontológicas: la exclusión y la búsqueda. En el imaginario genésico, el excluido del paraíso anhelaba y buscaba recuperar la condición ideal perdida. Sin embargo, en los tiempos actuales, cuando la condición de partida es la exclusión misma, el acto de buscar pierde su carácter regresivo y se transforma en un movimiento de auto-exclusión voluntario, ejecutado con el fin de propiciar una nueva condición ideal. Mutaciones de ese aún no resuelto desencuentro entre exclusión y búsqueda han sido el rumor entre generaciones, los viajes, la literatura o, más recientemente, la publicidad y sus entelequias mediáticas. Lo imaginado, como pantalla de proyección egocéntrica, es la otredad que aspiramos tocar. La distancia que nos separa de ella intensifica su misterio, propicia curiosidades, facilita utopías, desencadena búsquedas.

Para los habitantes de la Leistungsgesellschaft o sociedad del rendimiento, basada en la mecánica disciplinaria del capital y las faenas de los ciclos de producción continuos, buscar el paraíso o condición ideal de vida perdió el encanto colectivo de hacer las cosas a lo grande. Más bien pasó a convertirse en una aspiración individual minúscula, en un deseo pedestre asociado al paraíso concreto y efímero de las vacaciones, las ofertas turísticas, los paquetes y las excursiones, las temporadas y las estaciones. Los países a la carta, la playita tropical con cocoteros y el súper todo incluido, los parques temáticos y los reservados biosféricos, los wellness-centers y los centros climáticos… bien podrían formar parte de un inventario que tuviera como tema central el sentido postutópico de la búsqueda del bienestar.

Sin embargo, para la gran mayoría de los habitantes de los cada vez más extensos mundos periféricos, el vocablo “paraíso” tiene una connotación bien distinta. Es el nombre de un bar en Tijuana donde un grupo de emigrantes se junta para contratar a un coyote que los ayude a cruzar la frontera. O la agencia de viajes donde una pareja de ecuatorianos compran billetes simulando una luna de miel para viajar a Europa. O el nombre alegórico de una patera desafiando el estrecho de Gibraltar. Para estos sujetos, paradójicamente excluidos en la exclusión, la búsqueda implica un desplazamiento radical, donde el viaje de ida no implica, necesariamente, la vuelta. Practican una suerte de turismo a la inversa, oblicuo, trasgresor, que los otros no aceptan. Es por eso que procuran llegar en silencio a la hora en que nadie los ve y hacen como si siempre hubieran estado allí.

Esos visitantes inesperados que invaden los predios y amenazan la tranquilidad doméstica de la clase media primermundista, son el tema central de la primera exposición individual que Martin & Sicilia acaban de finalizar en Berlín. Bajo el título High Season, expusieron en la galería m:a contemporary sus más recientes indagaciones en el campo antropológico de la intimidad urbana.

Procedente de las Islas Canarias, este dúo artístico, inmigrante en Madrid y posinmigrante en Berlín, relata en esta exposición sutil y exquisita, el simulacro de la hospitalidad en las sociedades del bienestar. Una instalación, 4 lienzos de gran formato, 3 más pequeños y una fotografía conformaron la exhibición que inauguró el nuevo espacio de la m:a contemporary en la capital alemana. Óleos como The Troublemaker, 2004, 140 x 300 cm.; La visita inesperada, 2005, 140 x 260 cm. y Temporada alta, 2005, 130 x 250 cm. son buenos ejemplos del miedo psicológico que padece las sociedades occidentales frente a las irrupciones de baja intensidad con que los inmigrantes van invadiendo más y más sus ricas ciudades. El uso aquí del gran formato, poco habitual en el trabajo de estos artistas, contribuyó a resaltar el potencial expresivo de la temática expuesta.

Sin llegar a convertirse en un panfleto político de mal gusto, la agudeza de esta exposición está en la forma poco común de tratar una relación tan compleja como la que se vive entre el Norte y el Sur, entre los ricos de arriba y los pobres de abajo. Ahora bien, de ninguna manera podemos reducir el asunto central de esta exhibición a semejante polarismo. La perspicacia del arte político de Martín & Sicilia radica, precisamente, en que sus imágenes expresan la naturaleza del conflicto interior humano antes que la tematización directa del resultado nacido de dichos problemas. En esta exposición el foco central de algo tan general y abstracto como la rivalidad Norte - Sur, se desplaza concretamente a la tensión psicológica privada con que los ciudadanos de arriba experimentan la inevitable presión de los desplazados de abajo.

Citemos como ejemplo el óleo Temporada alta. Se trata de una habitación sobriamente diseñada con muebles Ikea, al gusto de jóvenes intelectuales de clase media europea. Las tres entradas de acceso a esta habitación han sido torpemente bloqueadas con tablones de madera. Los dos jóvenes se han “atrincherado” creando un refugio cool de lujo. A la defensiva y con desgano esperan o, ¿quizás vigilan?, a los posibles intrusos que amenazan invadir su único espacio de resguardo. Pero antes de que esto suceda, han tomado la precaución de establecer una barrera muy clara entre ellos y los otros que vienen o ya están dentro. El enigma de la situación nos deja en un estado de perplejidad y confusión. Lo más inquietante de toda esta autoprotección es que ambos jóvenes han reducido su radio de acción a una zona de la casa más bien sin vida o de poco uso doméstico. Se trata de un espacio de transición que bien podría ser en el que nos encontramos también nosotros como espectadores.

Este esquema ambiguo de representación, repetido con otras soluciones pictóricas en los demás trabajos expuestos, es una apertura al mundo objetivo de una juventud que consume pasivamente artículos producidos en condiciones de trabajo extremas. Baste recordar que de los 100 € que cuestan las zapatillas deportivas de marca que calza uno de los sujetos de Temporada alta, sólo 40 céntimos son destinados a la retribución del productor. Y que los muebles de Ikea que decoran la habitación donde pretenden refugiarse, no sólo son producidos con mano de obra barata, sino también con materiales sintéticos que contienen sustancias altamente tóxicas.

II. Ya se sabe que la comunidad más grande de turcos fuera de Turquía vive en Berlín. Algo parecido podría afirmarse de los asentamientos sudamericanos en Madrid. Sin embargo, estas fuertes presencias culturales siguen condenadas a las licencias más comunes de la exclusión: niñeras, criadas, asistentes, prostitutas, peones, chóferes, camareros, jardineros, basureros. Carne para engordar guetos: Kreuzberg en Berlín, Cuatro Caminos en Madrid.

Temporada alta para quién? Las claves para indagar en la respuesta adquieren un tono de sutileza als ob, del “como si” de la apariencia, muy a lo Martin & Sicilia. Las escenas relatadas en sus trabajos no siempre son lo que parecen. Sus pesquisas no se aferran a un solo punto de vista narrativo, sino que se mueven libremente asumiendo igual la posición del sujeto que observa como la del objeto observado. Quizás esto explique, en parte, el hecho de que ellos mismos siempre se auto-representan en sus trabajos. En la instalación Los turistas, por ejemplo, hecha de madera pintada con acrílico y dimensiones variables, Martín & Sicilia emergen como dos viajeros, rodeados de muchas maletas, que esperan inútilmente por alguien que pase a recogerlos. El exceso de equipaje convierte a estos dos sujetos en pasajeros de un tour sospechoso y, al mismo tiempo, encarna la metáfora del peso que arrastramos al emigrar y de la carga material que para los otros representamos.

A nivel formal esta instalación, hecha a escala humana, crea una interesante relación espacio-espectador que fractura nuestra experiencia perceptiva tradicional. Las figuras de los dos viajeros con maletas son recortadas de su marco pictórico referencial integrándose, en el ámbito de la galería, como un objeto más a nuestra realidad inmediata. Aparentemente las demarcaciones entre la ficción representada y el espectador se desvanecen. Con este recurso los autores nos comprometen no sólo visual, sino física y emocionalmente con el tema tratado. Al diluir las fronteras clásicas del espacio plano bidimensional, los viajeros de Martín & Sicilia penetran nuestro universo inmediato, dejándonos saber que cualquiera de nosotros podría ser esa caritativa persona por la que ellos esperan ser recogidos. Esta situación creada nos pone en la disyuntiva de aceptarlos o no, con lo cual apelan con su presencia, casi real, más al sustrato de nuestra responsabilidad que a cualquier justificación parcial de nuestra ignorancia.

Pasando al mundo interior de los dos inmigrantes-viajeros que esperan, encontramos allí dos historias personales marcadas por el peso psicológico de sus recuerdos, cargando con la memoria acumulada de todo lo que fueron, lo que tuvieron y tendrán que abandonar, con la eterna preocupación por lo que pudo haber sido y no fue. Dos individuos que se enfrentan, además, a la necesidad de comprender la nueva espacialidad a la cual someterán sus vidas, desafiando los inconvenientes de una realidad diferente, procurando sobrevivir como sea en un contexto ajeno, comunicarse en una lengua extraña, etc. Cada una de estas circunstancias se revelan simbólicamente en la instalación Los turistas asumiendo el contenido y la apariencia de las maletas, sus efectos personales más próximos. Es por eso que se han tenido que disfrazar de turistas, para disimular el exceso de equipaje y hacer menos llamativa su presencia.

De manera que ese monumental peso psicosociocultural, acentuado además por la falta de sensibilidad y representación política padecido por los inmigrantes en Europa, confiere a los “visitantes” furtivos de la High Season de Martin & Sicilia un estatus complejo. Su condición migratoria es vista como un pesado lastre que nadie quiere asumir, a pesar de que muchos se benefician de su mano de obra barata y las ganancias sin riesgos financieros que aportan. Para estos habitantes del subsuelo, hijos del contrabando y el estraperlo en las economías sumergidas, el paraíso sigue siendo otra forma de exclusión. Su motivación profunda confiere ahora al gesto de la búsqueda la forma de un correlato nihilista separado, radicalmente, del ámbito glorificador de los primeros imaginarios.