20 enero, 2006

Corrientes y contracorrientes en la fotografía cubana contemporánea (Parte I)



© Fotos cortesía de Galerie Refugium, Berlín 2005



En el sinuoso y viejo camino que va entre la realidad y su representación, la fotografía cubana contemporánea parece menos posicionada en una reflexión discursiva que en una introspección personal. Sus imágenes nos remiten a un sujeto agotado que mira a su vecindad circundante como quien se mira en su propio espejo sin fuerza necesaria para sostener su propia mirada. Pero en esta relación especular la otra mirada, la del objeto observado, parece más potente y retadora que la del sujeto que la observa. Como si la idea que acompaña la mirada del sujeto observador quedara impotente ante la intransferible inmanencia del objeto observado. Y en esta confrontación la mirada del observador rebota, se retira y se vuelve hacia sí misma.


Al menos, esta es una de las primeras impresiones que me provoca el examen de Crosscurrents / Gegenströmungen, segunda parte de un show colectivo de fotografía cubana actual que expondrá hasta finales de diciembre la Galerie Refugium de Berlin. En cuanto a la primera parte de este show titulado Other Realities, es posible consultar mi artículo Parcelas íntimas de una realidad publicado en la sección El Criticón el 14.04.2004. Crosscurrents / Gegenströmungen forma parte del Mois de la Photo, evento bienal parisino, que este año abarca el triángulo París – Viena – Berlín y fue curada con ……… por los artistas Liudmila Velasco y Nelson Ramírez de Arellano.

Si en Other Realities predominaba más el color, la manipulación digital y las pretensiones conceptuales y artísticas, en Crosscurrents / Gegenströmungen predominan, a primera vista, la intención documental, el blanco y negro, la mirada “casual” del fotoperiodismo. Pero ambos shows parecen marcados por idéntica línea divisoria: la mirada introspectiva. Afirman los curadores de esta segunda edición que la intención es “mostrar la realidad y la imagen que la gente tiene de la realidad como dos líneas paralelas que se cruzan, se encuentran, se mezclan, pero siempre mantienen las diferencias”.

Así, por ejemplo, Cristóbal Herrera, Pedro Abascal, Raúl Cañibano y Katia García, se inscriben en la corriente de fotógrafos cubanos que documentan la realidad cubana desde una estética tradicionalista, siguiendo la línea del periodismo descriptivo que en los años de posguerra impusieron renombrados fotógrafos norteamericanos como Robert Capa, Walter Evans o Robert Frank.

En la serie Las mujeres sostienen la mitad del mundo Katia García (*1961, La Habana) nos deja ver a la mujer cubana en un universo dominado por ensoñaciones íntimas, aspiraciones pasivas, mínimas, personales: el traje blanco de novia para la boda, las ofrendas a los santos, el mundo del hogar, etc. Pedro Abascal (*1960, La Habana) busca entablar un diálogo reflexivo directo entre los sujetos de su fotografía y el espectador. Se desplaza por la ciudad tomando fotos a primera vista irrelevantes --dos hombres mayores afianzando su amistad en un bar, o un señor bajando una empinada escalera con su pesada bicicleta china--, pero que atrapan la mirada por la naturalidad de su composición y el juego de perspectivas y planos superpuestos. Raúl Cañibano (*1961, La Habana) capta momentos de extrañamiento de esa realidad cubana cada vez más surreal, a través de situaciones marcadas por una fuerte impronta de rareza y anormalidad. Hospital Psiquiátrico de La Habana, por ejemplo, es una foto emblemática, rara, con un viejo chino mirando fuera de cuadro, hacia un vacío sin perspectiva, la nada, pero al mismo tiempo insertado en una estructura visual y un juego de planos y sombras impecables.

Cristóbal Herrera (1971,La Habana) es un fotógrafo joven que estudiada bien su composición. Busca sucesos, cosas que tienen un significado más allá del momento que está pasando. Quiebra su trivial estilo fotoperiodista y nos acerca a una realidad que se escenifica ante nuestra vista con la perfección de un momento que aspira a su trascendencia.


19 enero, 2006

Corrientes y contracorrientes en la fotografía cubana contemporánea (Parte II)



Alfredo Ramos Fernández (*1964, La Habana) viene a establecer una transición intermedia entre Cristóbal Herrera, Pedro Abascal, Raúl Cañibano y Katia García --fotógrafos adscriptos al documentalismo gráfico de la imagen directa, ocasional-- y René Peña, Jorge Luis Àlvarez Pupo, Ludmila Velasco y Nelson Ramírez que integran una tendencia fotográfica que también documenta la realidad, pero desde otras perspectivas que bien podrían ser vistas como más enigmáticas o, acaso, conceptuales. El trabajo de Alfredo Ramos nos recuerda la deconstrucción aislacionista del acontecer encadenado que, en los años posteriores a la 2da. Guerra Mundial, practicó en Alemania Otto Steiner, progenitor de la Fotografía Subjetiva y sus consecuentes derivaciones abstractas. Aquí el acontecer de la realidad, como el paseo de dos jineteras por el malecón habanero, es registrado por una foto tomada a muy baja velocidad, creando un efecto abstracto que al mismo tiempo es una idealización introspectiva de la realidad.


En esa misma cuerda intimista, pero con una propuesta rigurosamente estilizada que nos recuerda mucho la obra de Robert Maplethorpe, se presenta en esta muestra la serie White Things de René Peña (*1957, La Habana). Centrada en el tema de la identidad del hombre negro y su relación con los objetos de la cultura blanca dominante, en la serie White Things Peña desdeña el “casualismo” fotográfico e invierte el procedimiento clásico de representación de la realidad. En esta serie la realidad es construida a priori y después fotografiada. Este mecanismo de inversión le da a Peña la posibilidad de representar al hombre negro como un icono de ébano, sólido, potente, en diálogo, muchas veces ambiguo, con el blanco marfil de los objetos blancos. Doble inversión que trasciende el mero hecho estético y opera como mecanismo trasgresor de la razón establecida y normalizada por una élite blanca afianzada en el poder. White Things es un intento por invertir esa perspectiva blanca que quiere excluir o reducir lo negro. Aquí René Peña no excluye lo blanco sino que, más bien, lo transforma en objeto de lo negro. Es, por así decirlo, su legítimo y fotográfico desquite negro contra el subyugante mundo blanco.
Jorge Luis Álvarez Pupo (*La Habana, 1970) es también un fotógrafo proveniente de la cultura negra con una larga experiencia en la documentación de los ritos del vudú cubano, al estilo de un Mario Cravo Neto en Brasil. Precisamente el contacto con el mundo animista afrocubano le ha permitido penetrar los secretos de esa región metafísica de la cultura religiosa en Cuba. Sin embargo, Pupo ha tratado de evitar el facilismo folklorista en el que, muy a menudo, suelen sucumbir exploradores aficionados incapaces de penetrar los misterios de estos cotos vedados para neófitos. Partiendo de esa experiencia de inmersión profunda en un mundo poblado de magia animista y rituales secretos, Álvarez Pupo ha producido una fotografía desde la cual trata de expresar las especulaciones y experiencias del ser humano con ideas trascendentes asociadas a un universo poderoso y oculto que es, como sabemos, la imagen y semejanza de nuestro propio mundo interior. Al igual que Peña produce la realidad que va a fotografiar, Pupo construye también la suya actuando muchas veces como sujeto de la misma. No obstante, su piel negra no es un motivo para reflexionar sobre la identidad del hombre negro, sino más bien una superficie que oculta el desgarramiento interior y los miedos metafísicos del hombre.
Absolut Revolution es la tercera versión de una serie que Liudmila Velasco (*1969, Moscú) y Nelson Ramírez (*1969, Berlín) han venido re-elaborando desde hace algunos años. Toman como base el icono de la Plaza de la Revolución. Punto estratégico en la vida socio-política de Cuba y vinculado con esas figuras claves de la identidad nacional que son José Martí y la revolución cubana. Al mismo tiempo es un reciclaje del proyecto Absolut que la firma sueca productora de este popular vodka ha venido realizando con artistas internacionalmente famosos como Warhol, Tom Ford, K. Haring o Damien Hirst. La curiosa similitud formal –¿y de contenido?, cabría preguntarse también --, entre esta botella de vodka y la “raspadura” de la Plaza de la Revolución atrajo la atención de esta pareja de fotógrafos. Su idea es usurpar esa “cultura del reconocimiento” que ha generado un producto de consumo etílico internacional como el Absolut Vodka. Pero lejos de adaptar y legitimar esta imagen, como hicieron los artistas anteriormente mencionados, Liudmila y Nelson más bien se apropiaron de la fuerza simbólica con que opera esta cultura universal del consumo para reflexionar sobre la propia realidad local cubana en la serie Absolut Revolution. De manera que al insertar ese icono tan cubano en las marinas románticas de Ivan K. Aivazovsky (1817-1900), no sólo cambiaron el concepto idílico original del artista ruso, sino que recontextualizaron su función primera proponiendo, al mismo tiempo, otras formas de leer la utopía.