01 enero, 2000

Del agua como "maldita circunstancia" a su bienvenida presencia

© Fotos de Juan Carlos Betancourt



Viajar del sur a tierra del norte ha despertado enormemente mi curiosidad y sensibilidad sobre el tema "agua". De hecho, este recurso natural nunca estuvo tan cerca del foco de mi vida como ahora. Sé, por ejemplo, que en Cuba hay una comunidad que se dedica a curar enfermedades con el agua, pero en general los recuerdos más fuertes son las imágenes de las inundaciones del mar y los ciclones. De ahí un recuerdo del agua más bien tormentoso. A Virgilio Pinera, uno de los grandes narradores y poetas del siglo XX cubano, le debemos una frase que todos los cubanos viven cada día: "la maldita circunstancia del agua por todas partes". Trata del inevitable aislamiento (a-isla-miento) y una condición insular muchas veces asfixiante para los ciudadanos de esta isla caribeña. Con este background he venido a Islandia y me ha sorprendido la intensidad que emana de esta isla también rodeada de agua por dentro y por fuera. La presencia de una energía en ascenso y constante es mi primer recuerdo al pensar nuestra expedición Overtures 3 a Reyjavik. Después, la visita a la planta hidroeléctrica, las cataratas y los géiser me impregnaron definitivamente con la enorme fuerza positiva de este elemento. Así mismo, los hydroformances fueron una excelente oportunidad de recapitular, a un nivel de abstracción intelectual, el espíritu con que esas potentes imágenes del agua operaron en mí. Desde nuestra expedición a ese norte acuífero, sólo puedo decir que el agua para mí ha pasado de su "maldita circunstancia" a una bienvenida presencia , un ser particular por el cual siento un inmenso respeto y consideración, un ser hacia el cual sólo me puedo dirigir con una nueva conciencia.