30 marzo, 2006

ARQUIVO BRASILIA: reconstrucción postutópica de un imaginario


Todas las utopías, desde la antigüedad hasta las que inspiraron el descubrimiento de América en la Edad Media, desde las que promovieron revoluciones y el mejoramiento social, hasta las que concibieron la ejecución de una ciudad ideal, como es el caso de la utopía que inspiró la construcción de Brasilia, se han basado ontológicamente en un movimiento que pretende la substancialización de la imago o, lo que es igual, hacer palpable lo imaginado.


En todas ellas, básicamente, se ha vislumbrado la necesidad de fundar un espacio absoluto. Espacio que a su vez funciona como pantalla de proyección capaz de contener y actualizar la visión figurada del progreso. Pero para alcanzar esta visión, fue necesario poner en práctica una acción material capaz de movilizar incondicionalmente la masa de sujetos anónimos: buscadores de quimeras, conquistadores, colonizadores, ejércitos revolucionarios o constructores, su intervención ha propiciado siempre la pulsión imprescindible para la puesta en marcha de cualquier utopía. Sobre todo, cuando aquélla deviene fuerza estimulante del proceso de auto-superación o mejoramiento de la condición del ser. Complejo proceso no exento, por demás, de sus imprevisiones y sus perversiones.

Ahora bien, al contemplar Brasilia y la imagen mediática que hasta ahora se ha venido divulgando de ella, tenemos la sensación de que toda la fuerza utópica que movilizó su construcción se detuvo repentinamente. La visión, materializada en un monumento arquitectónico. La utopía, agotada en la plasticidad de formas que superan la escala humana para la cual fueron concebidas.

Una sensación parecida nos conmueve al contemplar los restos de la utopía social en los antiguos estados socialistas. Sólo que si en Brasilia todavía vemos la visión eternizada en monumentos de concreto, en la Europa Oriental persiste la visión de lo no alcanzado como un vasto campo en ruinas poblado por la desilusión y sus escombros.

Acá el monumento, allá las ruinas del imaginario. Fin de la historia. Comienzo de los parques temáticos postmodernos, primacía y deseo del lugar, la Missachtung del no-lugar. La utopía despojada de su esencia más profunda. ¿Acaso el sujeto y la conciencia capaz de promoverla, se han vuelto una imagen sin ninguna posibilidad?

Lina Kim & Michael Wesely en ARQUIVO BRASILIA interrogan también este proceso. Su intervención artística se inscribe en una suerte de arqueología simbólica, practicada en una era postutópica marcada por la despersonalización y la estandarización de todo. Por eso, se me hace que ARQUIVO BRASILIA es un acento imprescindible en estos tiempos en los que hablar de utopía es como especular con arena en el desierto. Aquí, la reconstrucción del imaginario nos va revelando los semblantes de su base más profunda, el cimiento humano sepultado por capas de desidia oficial y la complicidad del olvido.

Por más de cuatro décadas la Brasilia que conocemos es la de las postales turísticas o la que ha sido asociada a la imagen y personalidad de sus estrellas: Juscelino Kubicheck, Oscar Niemeyer y Lucio Costa. Es, por otro lado también, la Brasilia de sus detractores, los que han visto en ella un decorado de ciencia ficción pasado de moda o una tontería utópica.

Sin embargo, la contemplación de ARQUIVO BRASILIA nos saca de esa corriente mental y nos invita, simbólicamente, a una reflexión diferente: interrogar desde abajo la verticalidad hegemónica de los monumentos, desde esa base horizontal y llana, marginada de su imagen, despojada de su memoria. La fuerza horizontal con la que necesariamente habrá que conjurar el abuso de toda verticalidad.

A mi modo de ver, uno de los grandes aciertos de esta intervención artística consiste en reivindicar el protagonismo escamoteado por la historia a los rostros sin nombres, a los olvidados en el gran banquete, constructores anónimos que dejaron su piel en estos bloques de acero y cemento. ARQUIVO BRASILIA es, al mismo tiempo, un homenaje a la vida alternativa surgida espontáneamente alrededor de Brasilia y de la cual dependió su construcción, vida que alimentó los muros de esta metrópolis con el entusiasmo de habitantes espontáneos movidos por la fuerza de un sueño y la ilusión del mejoramiento humano.


29 marzo, 2006

ARQUIVO BRASILIA y la identidad espacial urbana

 
© Fotos cortesía de Lina Kim & Michael Wesely 2005 


 La imagen más emblemática y fotogénica de Brasilia, desde su inauguración el 21 de abril de 1960 hasta la actualidad es, sin lugar a dudas, su núcleo fundador. El lugar donde actualmente se encuentran los edificios y áreas arquitectónicos más codiciados por la fotografía y el souvenir turístico. En sus 45 años de existencia esta contradictoria urbanización ya mereció muchas críticas y elogios. Hoy en día sigue siendo un ejemplo ilustrativo de innovadoras y polémicas soluciones ideadas por connotados planificadores y arquitectos de la modernidad brasileña. La excepcional circunstancia de proyectar y ejecutar una ciudad desde cero, desafiando viejos modelos urbanos, parece haber inspirado su visión futurista. Tras esa sensación de conjunto arquitectónico intocado por el tiempo y el hombre que emana de las imágenes más divulgadas de esta singular metrópoli, se hace patente la intención de resaltar el progreso tecnócrata como parámetro absoluto del salto evolutivo de una ciudad. La dominante concepción monumental de Brasilia produjo espacios rígidos que dificultan el dinamismo y la expansión popular inherente a toda urbanización. Un decreto oficial, por ejemplo, prohíbe la venta ambulante en los predios de la plaza principal. De manera que este núcleo central perdió la oportunidad de atraer el flujo peatonal y convertirse en un lugar dinamizado por esas acciones y transacciones civiles tan imprescindibles para la energía de cualquier ciudad. Lo que queda es un lugar ficticio y desolado, con hermosos monumentos arquitectónicos, pero con carácter de mausoleo turístico. No obstante, se presiente en sus alrededores un deseo potencial de oponer la vida real al exceso de ficcionalización espacial. Concebida Brasilia como asiento absoluto del poder federal de uno de los cinco países más extensos del mundo, sus soberbias edificaciones centrales imponen al visitante una extraña sensación de irrealidad, aislamiento y soledad. La colosal magnitud y riqueza plástica de una arquitectura de grandes superficies aplicada en esta ciudad tematiza, al mismo tiempo, el eterno diálogo entre proporción y escala que aparece como una constante en el paisaje brasileño dominado por distancias largas y horizontes abiertos. Brasilia es énfasis y resultado de la constelación país vasto/capital monumental. Nos acostumbraron a la iconografía de una ciudad sorprendente, cuyo modelo arquitectónico parece importado de otro planeta. Las cuatro esquinas, ese elemento urbano característico en el trazado de cualquier urbanización moderna, apenas existe en esta ciudad. Es por eso que al pensar Brasilia, conceptos como la hibridez, tan privilegiados en los debates sobre el campo cultural y artístico latinoamericano, se nos quedan pequeños. Su carácter único y excepcional demanda otras formas y medios para entenderla. En este sentido, el proyecto Arquivo Brasilia de Lina Kim y Michael Wesely nos ayuda a explorar y comprender un importante rasgo de la nueva identidad espacial que generó en sus inicios esta joven urbis. Compuesto por una serie de 4000 negativos restauradas digitalmente por ambos artistas, el archivo muestra un aspecto completamente inédito de la edificación de Brasilia. Se trata de la memoria antropológica fundacional de un espacio y su nueva subjetividad urbana en proceso de formación. Al contemplarlas, nuestros sentidos se convierten en testigos oculares de una fiesta colectiva por la construcción de un gran sueño. Vemos gente extremadamente pobre que, concientes de ser pioneros de un suceso trascendental, esperan encontrar su mejoramiento en la nueva realidad que construyen. Más de tres años de exhaustivas indagaciones y visitas regulares a la ciudad, gestión de permisos e intensa búsqueda, dieron a Lina Kim y Michael Wesely la posibilidad de contactar fuentes vivas de sujetos que participaron directamente en la construcción de la capital brasileña. La constancia, seriedad y rigor de éstos artistas les abrió el acceso a registros y colecciones privadas. Para hacernos una idea de la magnitud de estas pesquisas, añadiremos que los artistas tuvieron que enfrentarse a más de 100 000 negativos a punto de perderse por su crítico estado de conservación. Después de interminables jornadas de selección y catalogación, reconstrucción y restauración, lograron salvar un archivo cuyo valor documental y antropológico va más allá del simple making off de la construcción en mil días de una de las urbanizaciones más polémicas del siglo XX. Por otra parte, Arquivo Brasilia se concibió como un trabajo de indagación artística multidisciplinar. Aquí se aúna la práctica de ciertos procedimientos empíricos de la antropología social urbana –investigación de campo, pesquisas de archivos, encuestas personales, etc.- con la reconstrucción de la memoria fotográfica del proceso de institucionalización urbana de una ciudad. Su punto de partida es la deconstrucción de esa generalización mediática que hace que identifiquemos Brasilia con un conjunto arquitectónico monumental vacío de contenido humano. Conceptualmente, Arquivo Brasilia nos propone una lectura diferente de la ciudad. En este archivo no existe un orden cronológico per se que le haga justicia narrativa al antes y al después. Eso aclara la no intención de Lina Kim y Michael Wesely de sistematizar un saber mediante su estructuración, sino más bien la necesidad de sondearlo con otras herramientas. Primero que nada, se trata de un archivo que articula su gramática en la yuxtaposición de imágenes cuyo referente primario revela la tensión entre dos entidades urbanas diferentes y contrapuestas pero, al mismo tiempo, dependientes. La entidad hegemónica que elige y diseña el espacio urbano y la entidad subalterna necesaria para ejecutar el plan de urbanización. La primera es el eco de un proyecto modernizador tardío, orientado hacia una idea de progreso y renovación capitalizados, fundamentalmente, por la técnica. La segunda entidad son los sujetos desplazados de su origen rural sin los cuales no es posible articular, como ya se vio en los primeros contextos modernos, el proceso de transformación y creación de lo que hoy llamamos cultura urbana. A estas alturas no debemos olvidar que Arquivo Brasilia es también un homenaje de Lina Kim y Michael Wesely al candango o constructor anónimo de aquella ciudad. Figura portadora de una identidad en tránsito, primero ligada a estructuras agrarias y después atrapada en una nueva espacialidad. Sujeto atraído por el sueño y la ilusión fundacional de la ciudad nueva quien, paradójicamente, deviene en constructor de un espacio no concebido para él.